La enfermedad de Crohn es una inflamación crónica de cualquier parte del tracto gastrointestinal. Los síntomas incluyen dolor abdominal con cólico, náuseas, fiebre, pérdida de apetito, pérdida de peso y fatiga, y, a veces, sangrado rectal.
A pesar de ser una afección crónica se presenta en forma de brotes, pueden ser frecuentes o pasar años sin presentar síntomas.
Durante los brotes deben seguirse una serie de pautas y aunque al principio es recomendable tomar alimentos de muy fácil digestión e incorporar nuevos según la tolerancia, se debe procurar no excluir ningún tipo de alimento, salvo los estrictamente necesarios, para evitar desnutrición y déficit de vitaminas y minerales.
En la fase asintomática se mantendrá una alimentación equilibrada evitando aquellos alimentos a los que se tenga intolerancia.
En la siguiente imagen podemos ver unas recomendaciones alimenticias. Es importante recalcar que esta enfermedad se presenta de forma distinta en cada persona, por lo que la alimentación deberá estar adaptada a cada individuo, siendo frecuente la necesidad de suplementar.